Exigir lo imposible: overoles antes que cartones
Por Edgar Jorge Rodríguez Alánez.
Parecen
postales de una misma manifestación, un estudiante con la cara descubierta,
molotov en mano, detrás la masa inerme anodina que grita en el Mayo Francés
hace más de medio siglo, lo ocurrido en octubre en Bolivia muestra a un vecino
con la cara cubierta, lanzando una molotov, atrás la turba, que grita y grita,
en el silencio de sus propias voces no escucha el correr del plomo buscando
algún corazón que late, octubre es la emergencia terminal del siglo.
La
Sorbona ha sido tomada por consignas y por los estudiantes. Mayo será la réplica
en varios países. Bolivia no es menos que cualquiera, la educación de los
maestros se da en las Escuelas Normales, la visión de mayo pueda que los
impulse o quizá sea el epitafio. No podrán tomar la universidad por asalto ni por nada, las Escuelas Normales
fueron tomadas por la Universidad.
Sin
consignas, la Universidad ha tomado desde adentro a las Escuelas Normales, los cartones
le son similares, técnicos no maestros ni profesores, licenciados no maestros
ni profesores. Y así en la cúpula y arremetida de los cartones y los
acartonados. El “profocom” dice acartonamiento. ¿Pedagogía, didáctica? Las historia
no se enseña si no se sabe, la historia se acepta como tal si no existe el
criterio de la duda, la historia de los vencidos, no sirve si no existe, la
historia de los vencedores no existe sino en la ley, la relación de los hechos
requiere de otros instrumentos. ¿Didáctica? Un alumno ha hecho un excelente
análisis, es de derecha, es de izquierda, es un loco, las medallas son del
profesor y el dará a quién se la merezca así no sepa ni pizca de historia.
¿Cuánto pagaban los indios para no ir a la mita? ¿Qué dice la historia de hace
30 años y la historia de hoy? ¿Dice algo el profesor? Los manuales “dicen”, “mi
profesor/a me ha dicho”.
Divide
y triunfaras, y dividieron la universidad, los técnicos aquí, los licenciados
acullá. La química desmantelada en su quehacer diario se dio ínfulas de ser
investigadora y se puso cartones, los overoles son para los de abajo.
Mi
primer semestre de la universidad, semestre de más de un año, teníamos una
universidad dividida, animadversión entre
técnicos e ingenieros, es poco decir en lo abajo, arriba era una simple
jugarreta de cartones.
A
manera de repaso el Paraninfo Universitario tomado por los estudiantes se
convirtió en un hervidero de grupos de ingeniería, los unos aprendiendo los
problemas más difíciles del cálculo otros entregados a la lectura de literatura
venida de los partidos de izquierda, un “tole tole”, donde los manteles verdes
ponían la mesa al juego de tahúres aprendices. No sé al presente si la fecha de
creación de la carrera que estudie es la fecha de la división, o la fecha que
festejan los técnicos. Una fecha para ingenieros otra para técnicos.
Envidiable. De mayo nada.
¿En
colegio habíamos peleado para esto? La universidad se rompía sus moños de
ciencia, rompía sus overoles y determinaba seguir con sus acartonamientos
leguleyescos aún en las facultades ingenieriles. El tiempo da la razón, los
acartonados de hoy son la gente que rompía con la estridencia de discursos
entre trostkistas y comunistas, estaban ambos de acuerdo en los acartonamientos,
ellos son el “establishment” de los profesionales acartonados.
No
es el Mayo Francés lo que se busca repetir, ni mucho menos, las postales de los
hechos en Bolivia descritas líneas arriba apenas pueden ser una coincidencia o
acaso también una copia para retrotraer la memoria mundial. Cualquiera fuere el
caso las coincidencias no sirven para la historia ni para realizar modelos,
sería distorsión aberrante y burlesca.
Carlos
Medinaceli (1899-1849), el escritor de la Chaskañawi, al decir del fracaso de
la universidad, decía que había fracasado aún en lo que debiera ser bueno: en
lo leguyelesco. No ha salido un solo hombre que haya socializado una teoría
mundial, en nada. En poesía los versos modernos pueden estar a la par de Darío pero
el mundo no lo sabe, apenas acaso los iniciados en literatura.
Tristán
Marof (1898) aseguraba que el lugar de
los doctores son los cuernos de la luna. Esa afirmación es de todo correcta aún
ahora.
Los
artículos publicados de un denostado León Trostki por el periódico La Patria en
Oruro en los 30-40 del siglo anterior, ha servido de seguro en su tiempo, como
instrumental para que periodistas orureños lo hayan publicado. De seguro una prensa
que no son moscas dándose al vidrio. Pero ni allí la universidad ha jugado un
papel importante, ni como Bolivia ni como Oruro. Medinaceli pone en duda
aquello de que Charcas fue la iluminada de la colonia; mentira falaz y mito que
debe ser devuelto a su desnudez sin cartones.
Franz
Tamayo(1879-1956) dice que no es boliviana nuestra educación, insta a buscar la
educación que sirva, que no sea copia, que no trate de embadurnarnos de la
retórica ajena y hacer que hable de
nosotros. A Tamayo lo han estudiado de arriba y
abajo, denostado y ensalzado, en
ambos casos el hilo conductor nos dice: Copiones, plagiadores. Peor todavía ni
siquiera es a nuestra medida. Tamayo
tiene un Partenón de piedra metida en Tiahuanaco. Habrá que hablar de las
piedras de hacerla tan reluciente como el mármol. Pero Bolivia no tiene la
educación que arme una constante “fi” para su friso. Existe una constante roída por el
tiempo en algún periódico tachado de opositora y viviendo en la angustia de ser
cerrada pero no pasa de allí.
Cuando
digo que no es 100°C la temperatura de ebullición del agua, es que en Oruro no
lo es, para dar certidumbre de ello basta poner un termómetro a una caldera y
verificar. ¿En que podría influir? En colegio, las leyes de PVT estaban fuera de
toda posibilidad de duda, pocos sabíamos que el agua hierve a esa temperatura,
que esas leyes nos eran ajenas pero describían lo que sucedía. Hasta los
motores tenían que ver en su funcionamiento con esta ley y donde vivíamos.
Es
el instrumental de la ciencia, la herramienta, lo aborrecido o nuestras
particularidades y el temor de vernos descubiertos sin cartones. Descubiertos
sin cartones la universidad no vale nada.
Los
“llocalla boys” no se forman en las aulas del acartonamiento estos se forman en
el uso de las herramientas. En colegio me figuraba que los laboratorios iban a
ser diferentes de los laboratorios de colegio. Ingenuo e insulso, estaban allí
puestos para el adorno. A pesar de ser los pocos de haber realizado proyectos
concretos, como hacer jabones o aceites esenciales, estos no siguieron adelante,
pero al menos sabíamos que las latas hacen de reactores, las licuadoras de
molinos, los alambiques son hechura del basurero tal y como mi padre decía. La
química se estancó en los manuales.
Una
química que regenta un laboratorio ríe conmigo, tal vez putea como puteo: “no
quieren que vayan a realizar práctica en laboratorios, no es nuestro campo”.
Mueve a risa los acartonados cuando los químicos trabajan en las noches y de
cuando en cuando se les ocurre realizar, algo no habitual algo para ver la química.
¿Se
les ha enseñado a sintetizar, aunque sea de manera laboratoril, una droga tan
vendida como la anestesia dental que es derivado de la coca? Ni fu ni fa, los
acartonados no hacen eso, perdieron sus overoles y la universidad seguirá con
el fracaso secular venido desde su fundación en Chuquisaca.
Las
Facultades Técnicas ahora, son tan normales como las Escuelas Normales, tan
acartonadas allí abajo donde no son más que mano de obra cualificada al mando
de capaces acartonados. Ninguna de ambas ha respondido al modelo o visión con
la que fueron creados.
En
mis años universitarios, la estupidez lleva a la burocracia tonta a creer que
las matemáticas o la química dictada en establecimientos técnicos no pueden ser
convalidadas en las facultades de ingeniería. Creer que el cálculo diferencial
e integral, las matrices, las derivadas parciales responden de manera diferente
a economistas, técnicos o ingenieros. La herramienta quién quiera que la
sostenga dará el mismo resultado, una pala no es paleta de pintor, la espátula
en cambio será en manos de pintores o químicos una herramienta útil más no es
laboratorio o artista. El ciclo básico fue borrado de la mente de toda la
universidad y existe como existe ahora con todas su baraúnda de delitos posibles.
La
educación gringa saca graduados universitarios en menos de cinco años, y en
algunos de tres años, pero lo que no dicen los gringos, los requisitos para
postular a esas universidades, estos deben tener dominio de las herramientas
elementales, herramientas elementales que en algunos casos se los adquiere en
la educación secundaria. Es sabido los casos
de la MIT, la deserción es altísima, los estudiantes son tentados a abandonar sus
estudios para luego volver, han iniciado programas para acartonar, pero la MIT
vomita gente a Silicon Valey, a las fábricas y son estos la base de la
tecnología de punta, la base de la industria de chimeneas. No necesitan terminar
para que las empresas los tengan en su seno. En Bolivia la deserción y los
índices de la universidad son causa y
efecto del acartonamiento, los índices gritan: ¡acartonados han fracaso!
No
hay más maestros ni profesores son técnicos y son técnicos superiores y eso
basta. No discuten no dicen nada y eso es bueno serán premiados con cartones de
licenciados y porque no de doctores. Pero la química en estos entes no serán
convalidados en las carreras ingenieriles, Las matemáticas no serán
convalidadas, porque es o porque es mucho si en normales ni en universidades.
En algunas universidades bolivianas, como en La Paz, al parecer está sin razón
está siendo superada. El mercado “liberal” ha abierto las puertas para el
acartonamiento en las universidades privadas, “cualificadas” para el “statu
quo”.
Destruir
las bases de la educación boliviana y levantarla en tres días quizá sea las
bases de la nueva educación boliviana.
La
consigna es de los estudiantes de hace más de medio siglo, de allende el mar:
“Exigir lo imposible”. “Los overoles a pesar de los cartones”, es boliviana y estamos
allí. Esa es la consigna.
Febrero
15 de febrero de 2016
Edgar
Jorge Rodríguez Alánez
CI
3081317
Telf.
52 41924
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