Por Edgar Jorge Rodríguez Alánez

lunes, 15 de febrero de 2016

Exigir lo imposible: overoles antes que cartones



Exigir lo imposible: overoles antes que cartones
Por Edgar Jorge Rodríguez Alánez.
Parecen postales de una misma manifestación, un estudiante con la cara descubierta, molotov en mano, detrás la masa inerme anodina que grita en el Mayo Francés hace más de medio siglo, lo ocurrido en octubre en Bolivia muestra a un vecino con la cara cubierta, lanzando una molotov, atrás la turba, que grita y grita, en el silencio de sus propias voces no escucha el correr del plomo buscando algún corazón que late, octubre es la emergencia terminal del siglo.
La Sorbona ha sido tomada por consignas y por los estudiantes. Mayo será la réplica en varios países. Bolivia no es menos que cualquiera, la educación de los maestros se da en las Escuelas Normales, la visión de mayo pueda que los impulse o quizá sea el epitafio. No podrán tomar la universidad por  asalto ni por nada, las Escuelas Normales fueron tomadas por la Universidad.
Sin consignas, la Universidad ha tomado desde adentro a las Escuelas Normales, los cartones le son similares, técnicos no maestros ni profesores, licenciados no maestros ni profesores. Y así en la cúpula y arremetida de los cartones y los acartonados. El “profocom” dice acartonamiento. ¿Pedagogía, didáctica? Las historia no se enseña si no se sabe, la historia se acepta como tal si no existe el criterio de la duda, la historia de los vencidos, no sirve si no existe, la historia de los vencedores no existe sino en la ley, la relación de los hechos requiere de otros instrumentos. ¿Didáctica? Un alumno ha hecho un excelente análisis, es de derecha, es de izquierda, es un loco, las medallas son del profesor y el dará a quién se la merezca así no sepa ni pizca de historia. ¿Cuánto pagaban los indios para no ir a la mita? ¿Qué dice la historia de hace 30 años y la historia de hoy? ¿Dice algo el profesor? Los manuales “dicen”, “mi profesor/a me ha dicho”.
Divide y triunfaras, y dividieron la universidad, los técnicos aquí, los licenciados acullá. La química desmantelada en su quehacer diario se dio ínfulas de ser investigadora y se puso cartones, los overoles son para los de abajo.
Mi primer semestre de la universidad, semestre de más de un año, teníamos una universidad dividida, animadversión entre  técnicos e ingenieros, es poco decir en lo abajo, arriba era una simple jugarreta de cartones.
A manera de repaso el Paraninfo Universitario tomado por los estudiantes se convirtió en un hervidero de grupos de ingeniería, los unos aprendiendo los problemas más difíciles del cálculo otros entregados a la lectura de literatura venida de los partidos de izquierda, un “tole tole”, donde los manteles verdes ponían la mesa al juego de tahúres aprendices. No sé al presente si la fecha de creación de la carrera que estudie es la fecha de la división, o la fecha que festejan los técnicos. Una fecha para ingenieros otra para técnicos. Envidiable. De mayo nada.
¿En colegio habíamos peleado para esto? La universidad se rompía sus moños de ciencia, rompía sus overoles y determinaba seguir con sus acartonamientos leguleyescos aún en las facultades ingenieriles. El tiempo da la razón, los acartonados de hoy son la gente que rompía con la estridencia de discursos entre trostkistas y comunistas, estaban ambos de acuerdo en los acartonamientos, ellos son el “establishment” de los profesionales acartonados.
No es el Mayo Francés lo que se busca repetir, ni mucho menos, las postales de los hechos en Bolivia descritas líneas arriba apenas pueden ser una coincidencia o acaso también una copia para retrotraer la memoria mundial. Cualquiera fuere el caso las coincidencias no sirven para la historia ni para realizar modelos, sería distorsión aberrante y burlesca.
Carlos Medinaceli (1899-1849), el escritor de la Chaskañawi, al decir del fracaso de la universidad, decía que había fracasado aún en lo que debiera ser bueno: en lo leguyelesco. No ha salido un solo hombre que haya socializado una teoría mundial, en nada. En poesía los versos modernos pueden estar a la par de Darío pero el mundo no lo sabe, apenas acaso los iniciados en literatura.
Tristán Marof (1898)  aseguraba que el lugar de los doctores son los cuernos de la luna. Esa afirmación es de todo correcta aún ahora.
Los artículos publicados de un denostado León Trostki por el periódico La Patria en Oruro en los 30-40 del siglo anterior, ha servido de seguro en su tiempo, como instrumental para que periodistas orureños lo hayan publicado. De seguro una prensa que no son moscas dándose al vidrio. Pero ni allí la universidad ha jugado un papel importante, ni como Bolivia ni como Oruro. Medinaceli pone en duda aquello de que Charcas fue la iluminada de la colonia; mentira falaz y mito que debe ser devuelto a su desnudez sin cartones.
Franz Tamayo(1879-1956) dice que no es boliviana nuestra educación, insta a buscar la educación que sirva, que no sea copia, que no trate de embadurnarnos de la retórica ajena  y hacer que hable de nosotros. A Tamayo lo han estudiado de arriba y  abajo, denostado y ensalzado,  en ambos casos el hilo conductor nos dice: Copiones, plagiadores. Peor todavía ni siquiera es a nuestra medida.  Tamayo tiene un Partenón de piedra metida en Tiahuanaco. Habrá que hablar de las piedras de hacerla tan reluciente como el mármol. Pero Bolivia no tiene la educación que arme una constante “fi” para  su friso. Existe una constante roída por el tiempo en algún periódico tachado de opositora y viviendo en la angustia de ser cerrada pero no pasa de allí.
Cuando digo que no es 100°C la temperatura de ebullición del agua, es que en Oruro no lo es, para dar certidumbre de ello basta poner un termómetro a una caldera y verificar. ¿En que podría influir? En colegio, las leyes de PVT estaban fuera de toda posibilidad de duda, pocos sabíamos que el agua hierve a esa temperatura, que esas leyes nos eran ajenas pero describían lo que sucedía. Hasta los motores tenían que ver en su funcionamiento con esta ley y donde vivíamos.
Es el instrumental de la ciencia, la herramienta, lo aborrecido o nuestras particularidades y el temor de vernos descubiertos sin cartones. Descubiertos sin cartones la universidad no vale nada.
Los “llocalla boys” no se forman en las aulas del acartonamiento estos se forman en el uso de las herramientas. En colegio me figuraba que los laboratorios iban a ser diferentes de los laboratorios de colegio. Ingenuo e insulso, estaban allí puestos para el adorno. A pesar de ser los pocos de haber realizado proyectos concretos, como hacer jabones o aceites esenciales, estos no siguieron adelante, pero al menos sabíamos que las latas hacen de reactores, las licuadoras de molinos, los alambiques son hechura del basurero tal y como mi padre decía. La química se estancó en los manuales.
Una química que regenta un laboratorio ríe conmigo, tal vez putea como puteo: “no quieren que vayan a realizar práctica en laboratorios, no es nuestro campo”. Mueve a risa los acartonados cuando los químicos trabajan en las noches y de cuando en cuando se les ocurre realizar, algo no  habitual algo para ver la química.
¿Se les ha enseñado a sintetizar, aunque sea de manera laboratoril, una droga tan vendida como la anestesia dental que es derivado de la coca? Ni fu ni fa, los acartonados no hacen eso, perdieron sus overoles y la universidad seguirá con el fracaso secular venido desde su fundación en Chuquisaca.
Las Facultades Técnicas ahora, son tan normales como las Escuelas Normales, tan acartonadas allí abajo donde no son más que mano de obra cualificada al mando de capaces acartonados. Ninguna de ambas ha respondido al modelo o visión con la que fueron creados.
En mis años universitarios, la estupidez lleva a la burocracia tonta a creer que las matemáticas o la química dictada en establecimientos técnicos no pueden ser convalidadas en las facultades de ingeniería. Creer que el cálculo diferencial e integral, las matrices, las derivadas parciales responden de manera diferente a economistas, técnicos o ingenieros. La herramienta quién quiera que la sostenga dará el mismo resultado, una pala no es paleta de pintor, la espátula en cambio será en manos de pintores o químicos una herramienta útil más no es laboratorio o artista. El ciclo básico fue borrado de la mente de toda la universidad y existe como existe ahora con todas su baraúnda de delitos posibles.
La educación gringa saca graduados universitarios en menos de cinco años, y en algunos de tres años, pero lo que no dicen los gringos, los requisitos para postular a esas universidades, estos deben tener dominio de las herramientas elementales, herramientas elementales que en algunos casos se los adquiere en la educación secundaria.  Es sabido los casos de la MIT, la deserción es altísima, los estudiantes son tentados a abandonar sus estudios para luego volver, han iniciado programas para acartonar, pero la MIT vomita gente a Silicon Valey, a las fábricas y son estos la base de la tecnología de punta, la base de la industria de chimeneas. No necesitan terminar para que las empresas los tengan en su seno. En Bolivia la deserción y los índices de la universidad  son causa y efecto del acartonamiento, los índices gritan: ¡acartonados han fracaso!
No hay más maestros ni profesores son técnicos y son técnicos superiores y eso basta. No discuten no dicen nada y eso es bueno serán premiados con cartones de licenciados y porque no de doctores. Pero la química en estos entes no serán convalidados en las carreras ingenieriles, Las matemáticas no serán convalidadas, porque es o porque es mucho si en normales ni en universidades. En algunas universidades bolivianas, como en La Paz, al parecer está sin razón está siendo superada. El mercado “liberal” ha abierto las puertas para el acartonamiento en las universidades privadas, “cualificadas” para el “statu quo”.
Destruir las bases de la educación boliviana y levantarla en tres días quizá sea las bases de la nueva educación boliviana.
La consigna es de los estudiantes de hace más de medio siglo, de allende el mar: “Exigir lo imposible”. “Los overoles a pesar de los cartones”, es boliviana y estamos allí. Esa es la consigna.
Febrero 15 de febrero de 2016

Edgar Jorge Rodríguez Alánez
CI 3081317
Telf. 52 41924

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