Trazadores y energía nuclear
Por Edgar Jorge Rodríguez Alánez
La
sentencia no podía ser más lapidaria: “anotamos lo que se ve, por debajo de
este pH no puede haber duda, no encontraremos cianuro, es lo que tenemos”;
entonces la discusión se genera en el uso de isótopos de vida media que podían
rastrear la contaminación, trazadores que pueden formar el “patway” de la
contaminación en torno a la operación minera de Inti Raymi.
Las
metodologías geoquímicas en Bolivia por los años 90 podían tan sólo soñar o
escribirse en papel, lo mismo que hoy. El uso de trazadores en la medicina y
otros rubros es lo que se conoce de otros orbes, con excepciones en algunos hospitales.
En
Bolivia la rimbombancia con la que ha sido presentada un proyecto de energía nuclear, claro no está, merece sino
una revisión al menos una visión más allá de sus objetivos propuestos. Parte de
los entes civiles tienen “duda” y ahora enrostran la duda que sigue quedando. Los usos en oncología de hecho, en este
momento del más necesario, pero en hospitales y no en un “centro de energía
nuclear”
El
uso de los trazadores en la geoquímica, tanto en la búsqueda de minerales como
en el rastreo de contaminantes o el de analizar estructuras minerales en un
país donde la minería es “el clúster” de buena parte del ingreso nacional se
hace necesario en las universidades.
Podríamos
seguir ahondando, a modo de combate a la tortura y resurrección de la muerte
civil, pero queda analizar el objetivo final del gobierno, con un centro que no
cuenta con el equipo para medicina o los medios para generar el uso intensivo
en las potencialidades de cada región del país.
Al
parecer al hablar de “energía” el fin último es una planta nuclear.
Hace
como una década atrás, en revistas económicas, salía el plan de energía de
Chile, el mismo contemplaba la energía nuclear, hoy día por los avances que se
tiene y la responsabilidad de los entes civiles parece todavía un proyecto en “maduración”.
Ese plan chileno no sólo preveía el uso de energía nuclear sino también de que
la energía disponible sería mayor al necesario en la década de los 30 que
viene.
En
Bolivia al presente sólo quemamos gas. Un docente en una clase decía: “vean
cuanto se quema en una antorcha de ventilación en gasoducto y si podemos
sacarle provecho en origen”. La quema de gas no trae ningún beneficio, sino el
derrochar gas. El porcentaje de la energía eléctrica producida en Bolivia
proviene de la práctica de quemar gas.
Un vicepresidente neoliberal decía: “Oruro debe tener entre sus puntos
estratégicos la generación de energía eléctrica en las pampas”, por lo menos aprovecharíamos
el agua para riego.
Los
años universitarios decían desarrollo, sin reparar el largo plazo, lo inmediato
siempre era urgente hasta olvidar conferencias donde se nos decía que para
crecer un punto se debe crecer cinco en energía. En el trabajo el primer paso
para incrementar la producción es la disponibilidad de energía en el doble de
lo proyectado. El discurso del actual gobierno dice que tenemos energía para
enterrarnos, en diez años cuanto crecimos
año por año y veremos las inconsistencias del discurso del gobierno.
Inconsistencia
también en torno al respeto a la madre tierra, Pachamama o medio ambiente, cuando
solapadamente tenemos objetivos oscuros en torno a la “energía nuclear”.
En
tanto los trazadores seguirán siendo materia de resolver ejercicios de tiempo
de vida media del omnilibro de Levenspiel, sin que ninguno de los “académicos”
abra la boca o se mueva solamente para hacer “venias”. Los estudiantes pueden
soñar con prorratear las emisiones de un área industrial. Vinto sabría el
porcentaje con que contamina en la ciudad de Oruro, si acaso se hace todavía a
los que no sabe y miente.
Nota.- Me pregunto ¿cuál
sería la posición ética en verdad, de los científicos al fabricar las bombas
atómicas que estallaron en Japón?. Por
mi parte queda pues mi posición en torno a la planta de energía nuclear.
Oruro,
noviembre 10 de 2015
Edgar Jorge Rodríguez Alánez
C.I. 3081317 –
Or
Telf. 2 52 41924
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