Por Edgar Jorge Rodríguez Alánez

viernes, 8 de mayo de 2015

Planificando la desesperanza


Planificando la desesperanza
Por Edgar Jorge Rodríguez Alánez
¿Nuevo parque industrial en Soracachi? ¿Nuevo, nuevito concepto ecológico? ¿Están pidiendo desregulaciones económicas para las industrias que se asienten allí? Veamos algunos puntos que las autoridades gubernamentales proponen para la desesperanza de las nuevas generaciones.
¿Qué concepto ecológico va de la mano con desregulaciones económicas y ambientales en el inicio de un parque industrial? Ninguno. Las desregulaciones ambientales y económicas propiciadas e implementadas en Santa Cruz al momento recién comienzan a ser controladas, a ello se suma que no hay un balance real de la carga de impactos negativos en el ambiente de esa ciudad.
Sin duda alguna Santa Cruz puede ser ajena, pero Huajara representa el concepto de desregulación que ha sido asumida por los que están dentro Huajara, pero que no ha sido comprendido ni ha sido tratado con responsabilidad por las autoridades. No existe un sistema de evacuación de residuos, no existe ni siquiera la legalización a tantos años de los terrenos, podemos enumerar otros no existen, y sería péguele que ella o él fue, Tete no fue y fue.  Si eso hacemos quién garantiza que no se hará lo mismo. En la última década más/peor de lo mismo.
Cuando hablamos de ecología, el sólo hecho de hablar del concepto nos trae el concepto de cómo se manejó durante las últimas tres décadas en el ámbito agrario. El concepto que todo lo indígena es ecológico, de manejo sostenible y que es la reserva moral en la producción de alimentos, en la práctica y en los hechos ha sido una mentira.
Los campos productores de los Yungas paceños, del Alto Beni han sido tratados con lo mejor y peor de los químicos. Hoy día la práctica se ha vuelto usual. Puede que el agricultor no sepa leer las etiquetas de los químicos pero sabe dónde y cuánto comprar y a modo de error y prueba y sin hacer caso de las dosificaciones, estos se van adhiriendo en la mesa nuestra de cada día.  Se suma transgénicos a la mesa.
Pero ni la coca se salva, fue bandera de manejo ecológico, pregunten a los sindicatos cuanto se compra en químicos en el Chapare y los Yungas, cuanto es el gasto en químicos y verán la friolera suma que se maneja. (En un momento de justificación los productores de coca pusieron químicos como parte del costo de producción en la prensa).
Sin ir más lejos, los productores de quinua crean organismos y certificaciones de manejo ecológico algo así de etiquetas verdes. ¿Fue por ponerse en onda con Europa o EEUU? No simplemente no encontraban productos aceptables con las  normas que deben cumplir. ¿Cuánto de nuestra quinua tiene manejo libre de químicos? Sin dudar no debe pasar del 20% de la producción total en el mejor de los casos.
Pero los exabruptos van más allá ¿la energía que se utiliza en los teleféricos es limpia? La energía en Bolivia depende de la quema de gas y se ha dejado, incluso de no ser aceptable en términos ecológicos, la energía hidroeléctrica.  Huelgan palabras para las explicaciones de las sinrazones. Amén de los proponentes este parque tendrá producción y energía limpia.
¿Que el manejo ha de ser dentro de la producción limpia? Las autoridades no pueden manejar los residuos de la ciudad menos de Huajara y esa es la experiencia que tienen. Y la carga de flujos ambientales a manejar será de …..¿? Cuánto y donde se disponen? ¿y el agua? ¿Y los reservorios? ¿…?... n¿?.
En fin, muchos de estos proyectos han sido realizados por los que ayer gritaban medio ambiente radicales ecologistas, pero a esta hora callan quizá la mano derecha recibe sus usufructos y la mano izquierda colude con la gente del gobierno y sus propuestas.
Soracachi enterró su pasado, tiene una iglesia que quizá se ha caído, tiene “sitios arqueológicos modernizados”, han enterrado su historia y su procedencia, ahora les queda sus cultivos, su agua, su esperanza, mañana quizá sean parte de lo peor que le ocurra a Oruro.
No hay voces, de aquellas que son pagadas con plata de las iglesias, eternos ecologistas y buenos hacedores de “cambio”, reciben sus limosnas para curar su conciencia. No hay universidad, ni acartonados, quizá porque callaron y reciben como botín el manejo familiar de la U.
A no renegar más, a no decir nada de nada, que sepan lo que se escribe, que se enteren a pesar de la censura.
En silencio, en susurros de enamorad@ a enamorad@, de amigo a amig@, de compañero a compañer@, en las aulas, en los puestos de venta, entre pobres y ricos, en el minibús, en secreto de voz de pueblo, en todas partes empezaremos a decir: No a la desesperanza.
Oruro, mes de la achacana, 4 de 2015.

Edgar Jorge Rodríguez Alánez
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