El protocolo de mi
mamá: carbón y “taco” (terramicina)
Por Edgar Jorge
Rodríguez Alánez
Primera fase: el dolor de barriga
en su inicio se trata con carbón activado, hecho en casa, con un excipiente
natural como el agua y dulzura de reprimenda ante la negativa de cualquier
remedio. El preparado trata de quemar algo de pan duro, especialmente los
bordes, luego en un vaso con agua hirviendo y limón se agita la mezcla y listo.
La primera fase siempre se pasa rápido,
medicado, sano listo para corretear, travesuras con los pantalones con
remiendos de cuero en las rodillas. Las más de las veces ahí termina el
tratamiento.
Segunda fase: si el dolor
persistía y tenías una diarrea, entonces se preparaba los antibióticos en base
a taco, goma y almidón de maíz, sencilla la preparación. El taco era una tierra
arcillosa de color roja, la misma se molía ya en un morterito, en batan o
simplemente apretujando en un vaso y una cuchara hasta reducirla a polvo.
La goma era un pedazo de resina
proveniente de un árbol de la Amazonía o el Chaco, según de donde lo compraras.
Esta resina se la quebrantaba y ya lista el otro ingrediente. Ambos se diluían
con agua poco más que tibia. Cuando esta ya diluida se reserva.
En una olla se pone a cocinar la
maicena, como siempre con los cuidados de siempre, puede añadirse alguna vez
para darle color y sabor algo de una cola, en este caso dependerá de la fluidez
de la diarrea pues al agregar la cola se agrega caseína, una vez cocida se
agrega el taco y goma y se diluye, al fuego lento y vuelta a la mezcla y
remoción.
He ahí el antibiótico, debía
bastar con dos tazas en intervalos del té a la cena. Ah olvidaba la
hidratación, con mates o técito. Anís generalmente.
Esa tierra roja al parecer un
polvito sin ninguna propiedad, contiene cepas de terramicina, sería oneroso
explicar sus nombres y microbiología de las tetraciclinas. Bastará con indicar:
es un antibiótico de amplio espectro.
Tercera fase: en caso de que al
día siguiente seguías con las diarreas o malestares, era limpieza y al médico,
a pesar de la negativa: al médico.
Por ese entonces lanzarse o
patinar en el piso de baldosas resbaladizas del maternológico de la CNSS, era
parte de la sanación. Pocas veces el tratamiento incluía otro antibiótico. El
médico me miraba y decía: si tu hijo estuviera enfermo no hará las travesuras y
ese dejo de curiosidad que tiene; hurgueteaba y miraba sus vitrinas, entonces me
auscultaba y ya. Algún medicamento con el agregado: sólo si empeora.
Mi madre sabía de las propiedades
de las plantas y las tierras, de los tintes, de preparar yogures y otras cosas
si alguien tenía los conocimientos empíricos de biotecnología era ella. El
médico conocía a mi madre el me delató cuando una herida de rodilla me llevó a
la asistencia pública. Tu eres Rodríguez, me encuentro con tu madre y sabrás lo
que es canela. Sonreía y ya. La reprimenda dolía más que la herida, pero el
consuelo y los cuidados curaban más que los medicamentos.
Las mamás tenían un protocolo
para cada mes del año, esos protocolos van desde la prevención de enfermedades
estacionales, hasta la comida y lo imprescindible como los rábanos. Iremos
hablando de ello en pequeñas capsulas.
El Covid 19 avanza y las mamás
han perdido las armas, es más fácil asistir al médico que implementar los
protocolos. La generación Z, los milenians y ratas, tardarán en comprenderán,
el preparado de los antibióticos, validados con los procedimientos de ciencia y
manejo en una “botica”.
Esas generaciones con un click
tendrán mediante “deliverys” cualquier medicamento, con el mismo click, la
información donde se tiene la sintomatología y la medicación. Pero los
protocolos se hacen paso a paso y con los conocimientos de la farmacología
popular, incluso en estos tiempos de click y deliverys.
Los grandes hospitales son eso de
cuarto o tercer nivel, pero el primer y segundo nivel deben ponerse a la altura
de la gente del pueblo en una guerra contra uno de los primeros ataques de
virus y bacterias. El manejar contingentes de médicos y personal paramédico
sugiere una logística basta y amplia sin ello no sirve. Los laboratorios han
colapsado en el país. El único laboratorio capaz de atender a múltiples
enfermedades en primera fase y segunda es la cocina de las mamás. La consigna
es clara guerra popular y prolongada. En las calles, en las casas, en donde
exista un puñado de gente, allí, el pueblo debe responder con una guerra popular
y prolongada.
Edgar Jorge Rodríguez
Alánez
C.I.: 3081317- Oruro
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