Por Edgar Jorge Rodríguez Alánez

jueves, 17 de diciembre de 2015

En busca de la fórmula del api y la chicha morada



En busca de la fórmula del api y la chicha morada
 Por Edgar Jorge Rodríguez Alánez[1]
Los españoles proscribieron al api o a la chicha morada del fondo de las minas, allí el humilde api estaba para calmar la sed y el cansancio de los “indios” mineros.
Los que tomaban ese elixir entre agrio y dulce, un dejo amargo se sabía; al tomarlo dicen que perdían el miedo, tenían una serenidad para el trabajo y su mirada se enfrentaba limpia y clara a los “mayordomos” y españoles encargados de la producción minera.
Los españoles probaban ese líquido, no comprendían porque los indios se envalentonaban de tal manera, en algunas ocasiones enfrentándose se mostraban altivos. Algo debía tener ese líquido, algo malo, algo bueno que hacía que los mineros no sean sumisos.
Había que cambiar ese líquido, intentaron sacarlo y obtuvieron reclamos y “motines”, había  que cambiar y rápido. La plata estaba entrando en la cúspide de su explotación, una producción jamás alcanzada en los 50-70 del siglo XVI.
Coca y alcohol ha sido el cambio y hasta hoy los “indios” son sumisos del poder, embrutecidos al hartazgo, obnubilados hasta la estupidez y llevados a la  ignorancia que cree en las peores supersticiones.
La chicha, la “akha”,  aquella que contiene alcohol es probablemente el origen del “api” y la “chicha morada”; o fue el “api” el alimento primero y después llevado a la producción de bebida alcohólica.
Los hacedores de la chicha comienzan por masticar la harina, las mujeres en su mayoría y algunos hombres llamados para tal efecto, comienzan con el masticado de la harina. La harina se lleva a la boca y poco a poco la van ensalivando hasta formara un bolo más o menos como un amasijo lo escupen a un contenedor. Es el famoso “mucu”.
La saliva contiene una enzima llamada “ptialina” (α-amilasa), esta enzima provoca una rápida hidrólisis del almidón de la harina, es el comienzo de un proceso físico químico de la elaboración de cualquier bebida fermentada.
Este comienzo en la cerveza, es la estimulación del grano de cebada al germinar como el otro proceso para chicha mediante germinado de maíz llamado “wiñapu”.
La uva tiene una serie de enzimas y levaduras que recubren su cascara de ello decían que dependía el vino, el pisar la uva hasta hollejo era cómo se iniciaba el vino. Cuasi de la misma forma la manzana contiene levaduras y enzimas que lo transforman en la sidra y de ella en el vinagre de sidra.
Biotecnología antigua, misma biotecnología hoy día robototizada, aquella otra que sirve para el sobrevivir de la gente común, enviada al infierno del olvido.
Después de los afanes de escoger el maíz, volverlo mucu o wiñapu, el proceso que sigue para el api es la fermentación de conversión de almidón en azúcar.
Para este propósito las guardadoras del proceso, se aprovisionan de algunos insumos que son necesarias. No se lo digas a nadie pero tienen naranjas y limones a mano, una chancaca o miel y algunos secretos que me han dicho y no escribo.
Similar en su principio, el proceso para la “akha” después del “mucu” o “wiñapu” es fermentar para producir los azucares necesarios para la producción de alcohol. Uno de los productos obtenidos, el que va directamente a la fermentación alcohólica, es  el “upi” un líquido agridulce que se lo puede tomar como refresco.
“Api” o “upi”, contextura y forma de un mismo proceso de producción de alimentos como los azucares, cuya etimología puede ser una y otra o viceversa.
Extrañamente en Oruro el api, pese a ser un producto de los valles, es conocido como la bebida fermentada que proviene de esta “villa” donde los “mineros”  puede que hayan alternado con el alcohol y la coca.
Para despedir del trabajo de mina a un indio debían despedir a sus parientes y a quienes les proporcionaban alimentos y suministros en un territorio donde se fermentaba la nueva fuerza: el de los proletarios, indios pagados, venidos de la odiada mita potosina, pagados como obreros.
Una institución ve en medio,  rescate de mineral por españoles “ociosos sin oficio” y de indios pagados que doblaban el día sábado a domingo, esa institución  vigente y presente hoy son las cooperativas.
El mercado de arriba, el mercado de los indios, el mercado que tiene una iglesia de indios es extrañamente donde el sabor y la tradición nos muestra como el mejor api. Este lugar era los límites donde se juntaban, los indios, los “kharas” y los futuros bolivianos.
En Oruro las hacedoras de api, colegas químicas sin cartones, guardianes del secreto api, están apostadas a los cuatro costados de la ciudad, en el mercado de arriba,  además de la venta del api, se tiene a sus primos “thojori” de leche y chancaca. El de leche ya no se lo ve andará escondido esperando carnavales o alguna fiesta para escapar de donde lo han metido.
El mercado de abajo tiene dos lugarcitos sino las mismas señoras, seguramente los mismos sabores. El primero al interior del mismo mercado, el segundo en el pasillo sur que va de este a oeste, que solamente se las encuentra por la noche.
El apicito se ha convertido en el madrugador en las plazas y mercados, en el primer desayuno de los viajeros en la terminal, en el mercado  es la comida de la “sajra hora” de tarde y mañana, en las plazas el antojo de los que frecuentan.
Apicito de dos colores, como Dios y el Diablo en un taller, colores del calidoscopio indio, blanco y sobre todo boliviano.
Las buenas lenguas confirman lo que decían las viejas lenguas que me hablaban del “kullisara”, el “apicito” tiene su secreto que puede mantenerte sano[2], otras buenas lenguas hablan de que su cascarita puede prevenir del cáncer del colón[3]. Hoy día los yatiris, sabios y supay cunas no saben nada más que “entregar” “calmar”, contra estos el buen apicito les muestra la lengua, si te lo tomas, te cuida.
Seguiré escribiendo sobre la fórmula del api, escribir la sabiduría de mis colegas biotecnólogas, las que venden api.

Oruro, miércoles 16 de diciembre de 2015

Edgar Jorge Rodríguez Alánez
CI:  3081317 –Or;
Telf. +2 52 41924


[1] Ha estudiado ingeniería química en la FNI-UTO, trabajos en empresas mineras, Comsur/Sinchi Wayra; Apogee- Solución, Minco, etc., en el área de medio ambiente, higiene y seguridad industrial.
[2] Acerca del “kullisara”:…“Posee actividad antiinflamatoria equiparable a la del diclofenaco; 2. Presenta actividad analgésica equiparable al de ácido acetil salicílico (Aspirina); 3. Carece de efectos gastrolesivos y protege a la mucosa gástrica de las lesiones inducidas por Indometacina, en magnitud semejante a como lo hace la Ranitidina; 4. Es, prácticamente, atóxico…”;
Benjamín Castañeda Castañeda, Lucy Adelina Ibañez, Renán Manrique Mejía “Estudio fitoquímico y farmacológico del Zea Mays L. Amilaceae st (maíz morado)” Acta Médica Sanmartiniana”;  Volumen 1 N° 1, 1995-2005.
[3] Escuela de Medicina de la Universidad de Nagoya en Nagoya.

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