Por Edgar Jorge Rodríguez Alánez

lunes, 25 de marzo de 2013


Oscar Alfaro
Por Edgar Jorge Rodríguez Alánez
Mi primera cercanía con poetas es con Alfaro el poeta de los niños, el mismo poeta que se acercó a mis hijos y a los hijos de muchos. Oscar Alfaro utiliza la lírica para acercar a los niños con la naturaleza, tan de boga en las bocas de las gentes tan disminuida en nuestros actuares. Y es que ver a una araña no es lo mismo desde que un genio muere en sus redes, ver a un sapo nos entraña una ternura de reconocimiento por su batallar contra plagas y su muerte a “manos de gente despiadada” a los pies del rosedal. El gato espadachín cae en un lance por la gata de su amor.
La fauna que nos rodea la vemos de manera de diferente quizá con ese empeño del poeta de la facilidad de recuerdo y lo intrincado de su enseñanza que años después se va descubriendo en la trama difícil de la vida diaria.
La libertad es un don que en empeño de muchos trae la muerte, la trama de la telaraña y la araña que conjugan la muerte del genio que apaga su luz y la lucha contra el cerdo y sus policías y la tragedia de la muerte. Si el niño español aprendió a ver la guerra desde la canción de Mambru que se fue a la guerra, muchos hogares bolivianos ven los nuevos tiempos desde la perspectiva de Oscar Alfaro.
Me atrevo, por mi ignorancia, a decir que antes de rendir homenaje a los poetas de versos alabados por los iniciados y de antología, esta el homenaje a éste poeta, por acercarse a los niños, porque todavía tenemos en la punta de la lengua algún poema,  que nos queda en la memoria ya vieja y traginada por los versos de muchos otros, es el poeta que se aprende aún sin saber leer en la edad del kínder, muestra un mundo en palabras que tienen una melodía que ingresa sin esfuerzo.
Pero Oscar Alfaro no sólo representa la niñez, es el poeta que representa el caminar de un camino extrañamente boliviana. Camina entre cactus y amancayas entre la gente proletaria y los durasnales, entre la escuela y sus héroes, cercanos sabidos y aprendidos por cualquier niño urbano o rural, por cualquier joven o viejo que se refleja en los colores de la bandera. Pero el poeta no sólo busca la poesía en el lenguaje académico lo busca en la vulgaridad del habla tarijeña en sus esperanzas en su llanto trágico del amor perdido o en el juego de chichería y fiesta. La copla se renueva, se reinventa, se hace popular y académico en su pluma. 
 Como cuentista tiene la misma faceta que en sus poemas, unas describiendo la faceta del inmigrante del que se va y del que vuelve, de las penurias y el apego a su tierra, otras nos muestra la fiesta y los desenlaces trágicos de la infidelidad, el público de sus cuentos parecen no ser los niños pero lleva la ingenuidad de estos hasta en la muerte.
Oscar Alfaro es pues uno de los poetas olvidados por la pluma de los críticos de quienes pugnan con su academicismo hacernos ver lo bueno y lo malo, y su silencio solapado parece decirnos que Alfaro es demasiado boliviano para el gusto de ellos, al gusto de los niños y de los que caminan fuera de las academias y las culturas, es el poeta al que se debe rendir un homenaje permanente.
PD. Espero que las publicaciones realizada por los reformadores anteriores para las escuelas, donde se tiene a Oscar Alfaro, no se venda como papel para reciclar.
La Joya, 25 de marzo de 2013
Edgar Jorge Rodríguez Alánez
CI: 3081317-Or

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